Los maestros de Johnny Depp fueron Marlon Brando y Hunther S. Thompson. Dos individuos inigualables: el maestro de un estilo de actuación y el creador del periodismo gonzo. Y los dos tenían una manera muy especial de encarar su trabajo: Brando es el actor que se metía de lleno en el personaje y Thompson buscaba meter su universo personal (lleno de alcohol y drogas) dentro del mundo que investigaba. Los dos eran rebeldes y lograron redefinir lo que conocíamos como actuación y periodismo.
Depp siempre ha tenido un lado rebelde: dejó el colegio para seguir una carrera como músico, no le gustan ni los ‘paparazzi’ ni las entrevistas, y en 1994 fue arrestado por supuestamente destruir la suite de un hotel neoyorquino.
Esa misma rebeldía la sintió al principio de su carrera: su ingreso a la serie “Comando especial” (“21 Jump Street”), en 1987, lo convirtió en un ídolo juvenil. Pero había algo en él que, a pesar del éxito, lo hacía sentirse falso. Y es que, claro, ser una estrella cuyo rostro está en las loncheras de los niños no es algo que vaya con Depp. No, él tiene que ser el rebelde.
Y él mismo, en varias entrevistas, ha reconocido que no fue fácil: rechazó taquillazos seguros como “Alta velocidad”, “Entrevista con el vampiro” y “Titanic” para hacer los papeles que él quería. Como el rol de Ed Wood, el peor cineasta de la historia. “Ed Wood”(1994), la película, marcó su segunda colaboración con Tim Burton, y fue un punto de quiebre para su carrera: la hizo en una época en la cual se encontraba cansado del cine. Ese rol fue el que, según sus palabras, “rejuveneció mi amor por la actuación”.
¿Qué le otorga Johnny Depp a los personajes? Pues un halo de misterio, de curiosidad. Inmediatamente uno ve alguno de los seres que crea y siente que esconden algo, que hay un lado excéntrico y evidente que los hace más interesantes. Él mismo se pregunta, a cada momento, qué puede agregarle a un personaje que otro actor no podría. La respuesta se hace clara con un ejemplo: ¿a quién más se le habría ocurrido inspirarse en Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones, para crear a Jack Sparrow, el protagonista de “Piratas del Caribe”? Incluso cuando trabaja en taquillazos, la onda rebelde está presente.
Y es que cada personaje sale de su más profundo ser: hay algo muy personal en cada rol del actor que, a pesar de ser muy distintos entre sí, hace que sean netamente identificables. Identificables en su excentricidad. Depp ha interpretado a un sombrerero loco, un pirata, un cineasta travesti, un chico con manos de tijera. Y todos con la misma gracia y elegancia. Hay que tener mucho talento para hacer tantos roles y no volverse loco en el intento.
Ahora, y con dos hijos que, según él, le han dado un lugar sobre el cual sostener todos los aspectos de su vida, Depp se encuentra en su mejor forma. Los tiempos rebeldes, en su vida privada, han acabado. Lo unen a esos años su amor por tocar la guitarra: todos los que lo conocen creen que es un excelente músico. Pues el cine siempre le agradecerá haberse dedicado a la actuación.
Depp siempre ha tenido un lado rebelde: dejó el colegio para seguir una carrera como músico, no le gustan ni los ‘paparazzi’ ni las entrevistas, y en 1994 fue arrestado por supuestamente destruir la suite de un hotel neoyorquino.
Esa misma rebeldía la sintió al principio de su carrera: su ingreso a la serie “Comando especial” (“21 Jump Street”), en 1987, lo convirtió en un ídolo juvenil. Pero había algo en él que, a pesar del éxito, lo hacía sentirse falso. Y es que, claro, ser una estrella cuyo rostro está en las loncheras de los niños no es algo que vaya con Depp. No, él tiene que ser el rebelde.
EXCÉNTRICO EN SERIE
Y fue así que el actor comenzó a hacer las películas que él quería. En el “El joven manos de tijera” y “Cry Baby” tuvo roles que cortaron con su imagen de ‘teen star’. Para esa época, Depp dejó de lado sus aspiraciones musicales para quedarse con la actuación.Y él mismo, en varias entrevistas, ha reconocido que no fue fácil: rechazó taquillazos seguros como “Alta velocidad”, “Entrevista con el vampiro” y “Titanic” para hacer los papeles que él quería. Como el rol de Ed Wood, el peor cineasta de la historia. “Ed Wood”(1994), la película, marcó su segunda colaboración con Tim Burton, y fue un punto de quiebre para su carrera: la hizo en una época en la cual se encontraba cansado del cine. Ese rol fue el que, según sus palabras, “rejuveneció mi amor por la actuación”.
¿Qué le otorga Johnny Depp a los personajes? Pues un halo de misterio, de curiosidad. Inmediatamente uno ve alguno de los seres que crea y siente que esconden algo, que hay un lado excéntrico y evidente que los hace más interesantes. Él mismo se pregunta, a cada momento, qué puede agregarle a un personaje que otro actor no podría. La respuesta se hace clara con un ejemplo: ¿a quién más se le habría ocurrido inspirarse en Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones, para crear a Jack Sparrow, el protagonista de “Piratas del Caribe”? Incluso cuando trabaja en taquillazos, la onda rebelde está presente.
Y es que cada personaje sale de su más profundo ser: hay algo muy personal en cada rol del actor que, a pesar de ser muy distintos entre sí, hace que sean netamente identificables. Identificables en su excentricidad. Depp ha interpretado a un sombrerero loco, un pirata, un cineasta travesti, un chico con manos de tijera. Y todos con la misma gracia y elegancia. Hay que tener mucho talento para hacer tantos roles y no volverse loco en el intento.
Ahora, y con dos hijos que, según él, le han dado un lugar sobre el cual sostener todos los aspectos de su vida, Depp se encuentra en su mejor forma. Los tiempos rebeldes, en su vida privada, han acabado. Lo unen a esos años su amor por tocar la guitarra: todos los que lo conocen creen que es un excelente músico. Pues el cine siempre le agradecerá haberse dedicado a la actuación.
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