Las adaptaciones de “Los viajes de Gulliver”, de Jonathan Swift, se han basado en el lado de la aventura y la diversión. Y es que, claro, la novela, una parodia de los libros de viaje (muy populares en el siglo XVIII), buscaba reírse un poco con la historia de un viajero que llegaba a un lugar habitado por personas de 15 cm de estatura.
Lo cierto es que, después de una decena de adaptaciones de distinta índole (animadas, con actores; incluso una soviética, de 1935, abiertamente procomunista), pues le toca el turno a una que promete tener el humor más bien desquiciado y políticamente incorrecto de nuestros tiempos. Aunque dirigida más bien al público infantil y adolescente, “Los viajes de Gulliver”, más allá de la historia en la que se basa, tiene la firma distintiva de uno de los actores más importantes de Hollywood actual: Jack Black.
EL TAMAÑO SÍ IMPORTA
El Gulliver que presenta la película es un perdedor absoluto: trabaja en el depósito de una empresa y el individuo al que acaban de contratar como su empleado pasa a ser su jefe. Además, es incapaz de confesarle sus sentimientos a la chica que le gusta. Tiene ambiciones, pero nada parece salirle bien nunca: típico personaje de los que Jack Black se ha caracterizado en interpretar. “Gulliver sueña con convertirse en un escritor de viajes, siempre está aspirando a conseguir algo más grande y mejor –señala el actor–. Pero no tiene el valor de dar ese paso. El miedo es su obstáculo. Pero una vez que llega a Liliput, es como un rey”.
Y es que, en el país de los ciegos, el tuerto es rey. O, mejor dicho, en el país de los enanos, el grande y gordo domina. Después de que el barco en el que se encontraba naufraga, él termina en Liliput, un reino de gente diminuta, a la que se irá ganando a partir de historias falsas (en las que, claro, él es el héroe) sobre cómo derrotó a Darth Vader o cómo sobrevivió al hundimiento del Titanic. Pero también tendrá sus enemigos, como el general Edward Edwardian, quien desconfiará inmediatamente del recién llegado.
De esta manera, la humanidad de Jack Black será el factor desequilibrante, puesto que deberá convivir con un grupo de personas muy pequeñas. Y si hay algo que ha caracterizado a Black, es su agilidad para hacer de su cuerpo un arma más de comicidad. Con el 3D, las risas parecen aseguradas.
Lo cierto es que, después de una decena de adaptaciones de distinta índole (animadas, con actores; incluso una soviética, de 1935, abiertamente procomunista), pues le toca el turno a una que promete tener el humor más bien desquiciado y políticamente incorrecto de nuestros tiempos. Aunque dirigida más bien al público infantil y adolescente, “Los viajes de Gulliver”, más allá de la historia en la que se basa, tiene la firma distintiva de uno de los actores más importantes de Hollywood actual: Jack Black.
EL TAMAÑO SÍ IMPORTA
El Gulliver que presenta la película es un perdedor absoluto: trabaja en el depósito de una empresa y el individuo al que acaban de contratar como su empleado pasa a ser su jefe. Además, es incapaz de confesarle sus sentimientos a la chica que le gusta. Tiene ambiciones, pero nada parece salirle bien nunca: típico personaje de los que Jack Black se ha caracterizado en interpretar. “Gulliver sueña con convertirse en un escritor de viajes, siempre está aspirando a conseguir algo más grande y mejor –señala el actor–. Pero no tiene el valor de dar ese paso. El miedo es su obstáculo. Pero una vez que llega a Liliput, es como un rey”.
Y es que, en el país de los ciegos, el tuerto es rey. O, mejor dicho, en el país de los enanos, el grande y gordo domina. Después de que el barco en el que se encontraba naufraga, él termina en Liliput, un reino de gente diminuta, a la que se irá ganando a partir de historias falsas (en las que, claro, él es el héroe) sobre cómo derrotó a Darth Vader o cómo sobrevivió al hundimiento del Titanic. Pero también tendrá sus enemigos, como el general Edward Edwardian, quien desconfiará inmediatamente del recién llegado.
De esta manera, la humanidad de Jack Black será el factor desequilibrante, puesto que deberá convivir con un grupo de personas muy pequeñas. Y si hay algo que ha caracterizado a Black, es su agilidad para hacer de su cuerpo un arma más de comicidad. Con el 3D, las risas parecen aseguradas.
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